Segundo ganador del concurso de relatos de Halloween.
Cayetano Sánchez.
Segundo relato ganador en el concurso de Halloween.
Un día 30 de octubre, en la ciudad de Ottawa (Canadá), un chico de 15 años llamado William, se puso en contacto con sus amigos; para ello, los citó en su casa. Les enseñó su disfraz, un vestido que que iba a llevar en una fiesta para el día siguiente, en Halloween.
Estando en la casa, se escucharon golpes en la puerta: ”toc, toc”. Eran los amigos de William, Alexandra, Albert y Anthony. William les contó que se iban a quedar flipados con su disfraz. Por suerte, sus amigos también se habían traído sus disfraces en su mochilas. William les dijo que se cambiaran mientras él lo hacia arriba en su cuarto y que dejasen sus móviles en un cesto que había en la entrada, para impedir sucesivas interrupciones. Obviamente, Alexandra se cambió sola en el cuarto de baño y Albert y Anthony en el salón. Una vez todos disfrazados, se reunieron en el desván y empezaron a hablar y a opinar sobre sus trajes. Alexandra llevaba un vestido de hada.
No nos hagamos ilusiones, este era mucho más tétrico de lo que cualquiera podría imaginar, era un hada con heridas por todo el rostro, la piel muy pálida, dientes como los de un vampiro… Se podría decir que era un zombi con alas de insecto. Albert iba de hombre lobo, estaba completamente cubierto de pelo, tenía unas garras muy grandes manchadas de sangre, unos colmillos enormes, gigantes. El disfraz de Anthony era un típico zombi con heridas por allí y por allá, piel pálida, ropa rasgada y cosas bastantes típicas. Y William iba de fantasma. Llevaba una manta blanca encima con dos agujeros, algo espantoso, pero muy simple a la vez. Decidieron elegir cual era el mejor disfraz, y todos estaban de acuerdo, ya que el mejor era el de William. Se quedaron a dormir a casa de William, y como ya estaban maquillados durmieron en el suelo del desván con mucho cuidado para que no se les deprendiese el maquillaje, todos durmieron allí excepto William, que durmió en su cuarto.
Al día siguiente se despertaron y no decidieron salir hasta la noche. Una vez llegada la noche salieron de casa de William y se fueron derechitos a la fiesta. El evento estaba a las afueras de la ciudad. En el coche de William ni más ni menos. Llegaron y lo primero que vieron fue un edificio altísimo, 66 pisos contó Albert. Alrededor del mismo era todo muy lúgubre, en lo alto de su techo había una antena que le quitaba un poco el aire tenebroso, pero aún así era bastante espeluznante. Al parecer William no se impresionó en absoluto, dijo que ya había venido por aquí el día antes y se lo conocía, aunque para sus amigos era todo un misterio. Decidieron entrar, abrieron la puerta y no había ni una mosca. William en ese momento tuvo que ir al baño, les dijo que no lo esperasen, y eso hicieron, se adentraron un poco y ¡PLASH! La puerta se cerró de golpe, por más que Anthony y Albert empujasen no se podía abrir, se quedaron atrapados excepto William. Olieron un fuerte hedor, siguieron el rastro del olor y se encontraron con un cadáver. Alexandra no se lo creía, era de verdad, en la mano del cadáver había una nota que decía:
“Os habéis quedado encerrados aquí, y yo soy el único que puede sacaros de este lugar, tranquilos os sacaré, pero no vivos. Os quiere; William”
Se quedaron petrificados y asustados, se miraron las caras y de repente un avión de papel choca con la cabeza de Albert, Anthony lo cogió lo desmontó y había algo escrito en él que decía:
“Si queréis salir de aquí tenéis que llegar al piso 66, allí están vuestro móviles ¿Os acordáis? Sois muy tontos al dejar que yo me hiciese cargo de ellos, tenéis que llegar al piso 66 antes de que yo os mate, si llegáis lo único que tenéis que hacer es llamar a la policía y aguantar hasta que vengan. ¿Sabéis por que quise que os quedarais a dormir en mi casa? Para que no os escaparais.
P.D. Tenéis que encontrar las escaleras en cada piso si no os encuentro a vosotros antes. Estoy en este piso más vale que corráis.
Un beso: William”
Y eso hicieron, correr, correr hasta no parar. Subieron al primer piso… y era todo un laberinto de pasillos, así que para encontrar las escaleras al siguiente piso más rápido, se separaron. Albert encontró un pasillo lleno de espejos, siguió caminando y se encontró con el final del pasillo, se paró un momento a pensar dónde estarían los demás, alzó la vista, miró al espejo que tenía justo en frente y ¡AAAAHHH! Alexandra y Anthony corrieron en su busca y allí estaba Albert. Tenía un cuchillo incrustado en el pecho, estaba muerto. Alexandra miró a uno de los espejos y se dio cuenta que no era un espejo, sino un cristal. Anthony lo partió de varias patadas y allí estaban las escaleras, subieron varios pisos cada vez más difíciles, 3, 5, 9, 13, 19, 26, 31,47…Llegaron al piso 56 y este parecía fácil, solo que no había más que un pasillo desangelado.
Anthony fue delante, Alexandra detrás. Anthony al estar el primero giró hacia la esquina y Alexandra lo perdió de vista, y en ese instante, ¡PUM! Estábamos ante el ruido de una pistola. Alexandra, preocupada corrió hasta él y estaba muerto con un disparo en la frente. Ella se sintió sola y con miedo, ahora su única preocupación era llegar al piso 66. Alexandra subió varios pisos, 57, 59, 60, 61,62…Alexandra estaba subiendo las escaleras que daban al piso 65 cuando apareció William corriendo hacia ella. Alexandra subió las escaleras a toda prisa y se encontró con tres pasillos, uno tendría que ser el correcto; no se podía parar a pensar corrió hacia el pasillo de la izquierda y encontró por las escaleras. Tuvo mucha suerte, las subió, abrió la puerta del piso 66 y la taponó con todo lo que encontró en la sala: sillas, una cómoda, etc. Allí en el centro de la sala estaba su móvil, lo cogió y llamó al número de emergencias, le explicó todo, y le dijeron que ya iba con ayuda hacia allí.
De repente, se escucharon golpes en la puerta, era William intentando entrar. Después de muchos golpes consiguió entrar pero no le dio tiempo, porque ya había llegado la policía hasta el piso 66. Los agentes no tuvieron más remedio que disparar a William, pues no se detenía ante la amenaza de detención de los mismos. Alexandra se tiró de rodillas al suelo y dio un enorme suspiro, entonces empezó a llorar. Sin embargo, pensó que nada importaba ya, ya que ella ahora estaba a salvo.
FELIZ HALLOWEEN
2º premio en el concurso de relatos, convocado por el departamento de Lengua, formado por los siguientes componentes: Trinidad Begines, Monserrat Crespo, Elena Ogazón.
Corrección hecha por Trinidad Begines